Echo de menos los ríos bravos,
los lentos trenes de carga.
Los amplios espacios abiertos,
con montañas a lo lejos.
Las noches en el desierto
y las estrellas que pueblan el cielo.
En cada viaje que emprendí,
perderme, era parte del placer.
No tengo nada por lo que vivir,
nada para olvidar.
Nada que me empuje adelante,
nada que me retenga.
Yo no espero a nadie,
tampoco espero nada.
Intento vivir el momento,
y no vivir de mentiras.
Las ilusiones de libertad
y el intento de adaptarse.
Allí donde el precio del éxito,
es una prisión para el pensamiento.
El tiempo desperdiciado,
siendo alguien que no eres.
Todo el tiempo desperdiciado,
intentando encontrar lo que ya está perdido.
En los días de mi juventud
caminaba por la calles.
Atravesaba las callejuelas hasta la plaza de la estación,
dónde dormían los vagabundos.
Me contaban sus historias,
que yo escuchaba sobrecogido.
No pude esperar a hacerme mayor,
para irme a recorrer el mundo por mi cuenta.
Aprendí las reglas de la calle,
a vivir al margen de la ley,
dónde cada uno sólo era dueño de su palabra
y de la ropa que llevaba puesta.
Encontré una vieja guitarra
en algún sitio del camino.
Mis pasos marcaban el ritmo
de las palabras de mi corazón.
La vida fue mi maestra,
intenté comprender el porqué unos pocos lo tienen todo,
mientras la mayoría lucha para salir adelante.
En la cárcel aprendí
que no es la igualdad,
sino el dinero y el poder
los que dictan las leyes.
Yo llevaba mi mono de trabajo.
Tocaba con las manos llenas de callos.
Cantaba mis canciones de justicia para los trabajadores.
Con una confianza ciega en la justicia
mantuve mi posición
y puedo afirmar, con orgullo,
que nunca me doblegué.
En todos los lugares en los que estuve,
en las carreteras que recorrí.
Cuando creía
haber encontrado un hogar,
aparecía siempre
un horizonte nuevo,
una nueva y dura lección.
Tuve que aprender por mí mismo.
Me queda poco tiempo,
las luces se desvanecen poco a poco.
No me arrepiento,
no cambiaría nada.
Al igual que una onda en el estanque,
alcanzando la orilla,
sólo queda agua,
cuando el viaje toca a su fin.
Cuando el viento del norte sopla,
ella discurre por mis pensamientos.
Recuerdo su cara
y un largo adiós.
No puedo decir que la echo de menos,
ni hablar de lo que podría haber sido.
Sin embargo, me pregunto continuamente
si todavía me piensa.
© Michael de Jong ® Dutch Uncle Music STEMRA 2009